El recientemente celebrado Día Internacional de la Seguridad Privada ha puesto de manifiesto el valor fundamental y el importante trabajo de los vigilantes de seguridad, tal y como precisó el delegado del Gobierno en Cantabria, Agustín Ibáñez, en un acto de homenaje a medio centenar de estos profesionales. Ahora bien, mucho se elogia la labor de los vigilantes de seguridad, que como precisaron las autoridades regionales en el acto conmemorativo mencionado, colaboran a menudo de manera decisiva en muchas actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; mucho se habla y se escribe sobre los vigilantes de seguridad, aunque en muchas ocasiones con un desconocimiento absoluto que genera confusiones y equívocos, al mezclarlos con otras actividades profesionales en las ni poco ni mucho tienen que ver.
Este problema, aparentemente intrascendente, adquiere hoy en día especial relevancia por un creciente intrusismo profesional donde ciudadanos ofrecen servicios de seguridad de manera autónoma sin estar legitimados para ello y surgen por todas partes falsos vigilantes de seguridad no titulados ni acreditados.
Tal vez en este preocupante intrusismo incida la actual crisis económica y la tentación de un servicio más barato, aunque por nuestra propia experiencia como vigilantes de seguridad desde hace años sabemos que siempre ha existido.
Es necesario aclarar que el Ministerio del Interior sólo habilita una única categoría de vigilantes de seguridad y que únicamente después de superar una serie de pruebas físicas y los correspondientes exámenes teóricos, médicos y psíquicos, se reconoce una tarjeta profesional de identificación personal y una placa donde pone de forma clara 'Vigilante de Seguridad'.
Esta placa tiene que estar bien visible en nuestro uniforme a la altura del pecho, tal y como estipula la reglamentación, y si cualquier ciudadano lo requiere, estamos obligados a mostrar nuestra tarjeta de identificación profesional y el DNI para disipar cualquier duda.
No existen otras placas, sólo éstas y las específicas de vigilantes de seguridad de explosivos y las de guarda de campo, para identificar a profesionales de una empresa de seguridad privada, los únicos autorizados y legitimados para ello; lo demás, no son vigilantes de seguridad, en todo caso impostores en un fraude en toda regla.
Queda claro que no somos ni guardas jurados o municipales, ni guardas de seguridad o vigilantes jurados, ni auxiliares ni nada por el estilo por mucho que se intercambien los términos; somos vigilantes de seguridad, los únicos autorizados, junto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, para realizar labores de vigilancia, control de acceso y retención de cualquier ciudadano ante la comisión de un delito hasta ponerlo a disposición de la policía o la Guardia Civil.
Tras lo expuesto, el que se quiera dejar engañar lo hará bajo su entera responsabilidad, sin excusa alguna y siempre teniendo en cuenta las graves consecuencias que ello puede acarrear.
Fuente de.: EL DIARIO MONTAÑES