jueves, 10 de abril de 2014

Condenado a 7 años un escolta por maltratar a su mujer, jueza de profesión

Escolta de Gipuzkoa condenado a cárcel por violencia de género

SEGURIDAD PRIVADA


Un escolta privado ha sido condenado a siete años y diez meses de cárcel por maltratar gravemente a su esposa, una jueza a la que conoció en el año 2005 cuando comenzó a realizar labores de protección de la mujer, quien por aquel entonces desempeñaba sus funciones en un partido judicial de Gipuzkoa.

La sentencia del caso condena al hombre como responsable de seis delitos de maltrato en el ámbito familiar y de otros dos de amenazas, y le prohíbe comunicarse y aproximarse a su víctima y a sus dos hijos menores de edad, fruto del matrimonio, durante quince años y diez meses.

Asimismo, retira al procesado el derecho a la tenencia y porte de armas por un período de 18 años, además de inhabilitarle para el ejercicio de la profesión de escolta o cualquier otro oficio relacionado con el uso de armas de fuego por tres años y diez meses.

Los hechos, según explica la resolución judicial, se remontan a octubre de 2005, cuando el hombre comenzó a escoltar a la juez y ambos iniciaron una relación, tras lo que, en febrero de 2006, comenzaron a convivir para casarse cinco meses más tarde.

La sentencia precisa que, desde el principio de la relación, que concluyó en 2010, el procesado ejerció "violencia física y psíquica de forma continuada" contra su compañera mediante "insultos, humillaciones, vejaciones, agresiones y amenazas de muerte".

El imputado acusaba "de forma habitual" a su esposa de "haber tenido múltiples relaciones con otros" hombres, "especialmente con miembros de la carrera judicial y fiscal", por lo que "no le permitía ninguna relación social" con magistrados ni con representantes del Ministerio Público, ya que la "vigilaba" para evitar "que tuviera la más mínima vida social independiente".

La sentencia relata un episodio concreto ocurrido en julio de 2007, cuando el matrimonio se trasladó fuera de Gipuzkoa por motivos familiares y se alojó en casa de los padres de la víctima, circunstancia que el hombre aprovechó para registrar la antigua habitación de su esposa donde encontró varias fotografías.
Posteriormente, citó a su mujer en la terraza de una cafetería para recriminarle que en esas instantáneas apareciera "con otros hombres", al tiempo que le llamaba "puta" y "golfa".

Antes de entrar en casa de los padres de ella, el escolta le propinó "un tortazo" de tal intensidad que le "hizo girar", tras lo que la chica accedió llorando a la vivienda y manifestó a sus progenitores su intención de separarse, tras lo que se fue a su habitación seguida por su marido, quien cogió una pistola y amenazó con suicidarse "ahí mismo".

En otra oportunidad, en agosto de 2008, mientras el matrimonio se desplazaba en coche junto a su primera hija, ambos adultos iniciaron una discusión durante la que el hombre insultó y golpeó con el puño en las piernas a la perjudicada, que viajaba en el asiento de atrás, al tiempo que exhibió una pistola y la amenazó con liarse "a tiros" ahí mismo, entre los llantos de la niña.

Aquella misma noche, el matrimonio volvió a pernoctar en casa de los padres de la jueza, donde el hombre volvió a encontrar otras antiguas fotos de la chica, a la que encañonó con una pistola, al tiempo que le decía: "te pego dos tiros y te mato", tras lo que la víctima se refugió en el baño.

La sentencia explica asimismo que en agosto de 2008, durante una estancia de la pareja en un hotel fuera de Gipuzkoa, el imputado cogió un cuchillo y advirtió a la mujer de que si salía de la habitación la iba a matar.

El 21 de diciembre, cuando la mujer estaba embarazada de siete meses y medio de su segundo hijo, el hombre le lanzó un puñetazo que "le rozó la tripa, sin alcanzarle plenamente" y, en otra oportunidad, mientras llevaba a la chica en coche a dar a luz a un centro médico le espetó: "puta zorra, tenemos que venir a las ocho de la mañana, no hay otra hora".

Al volver a su domicilio tras dar a luz, el hombre persiguió a su mujer por la casa mientras la amenazaba de muerte, hasta que la chica logró salir y meterse en el ascensor.

La sentencia relata asimismo otros episodios en los que el encausado amenazó de muerte al padre de su víctima, llamó hija de puta a su propia hija cuando ésta tenía dos años, escupió a su mujer en la cara en presencia de ambos pequeños y, en otra ocasión, la encerró en el baño, le tapó la boca y la agarró del cuello hasta que los pies de la mujer quedaron suspendidos en el aire.