En un momento como el actual en el que "innovar", tanto a nivel político como sindical, se ha impuesto como "moda de obligado cumplimiento", el sindicalismo que vienen practicando organizaciones como la UGT se está poniendo continuamente en tela de juicio. "No podemos ni queremos pasar por alto" los logros, que a lo largo de nuestra historia, se han conseguido a través de la Unión General de Trabajadores. Logros obtenidos como el resultado de preservación de unos valores contrarios a los defendidos por los, cada vez más en boga, "sindicatos de empresa", quienes a la sombra de las patronales vienen descomponiendo, junto a las reformas laborales que estamos padeciendo, el trabajo realizado en favor de los derechos de los trabajadores y trabajadoras durante décadas.
No es una novedad el interés que siempre han mantenido las empresas en controlar la RLT (Representación Legal de los Trabajadores) para asegurarse la implantación de todo aquello que quisiera hacer sin ninguna oposición, pero es vergonzoso que, en pleno siglo XXI, todavía nos encontremos organizaciones que son auténticas herederas del sindicalismo vertical del franquismo. Son numerosas las empresas que tienen una política sindical muy definida: "promover los sindicatos de empresa y combatir a los sindicatos de clase".
Durante muchos años, las direcciones de estas empresas han ejercido una imparable estrategia consistente en socavar la representatividad de los sindicatos de clase, como es el caso de la UGT, a costa de recompensar la afiliación a sus sindicatos -Fasga y Fetico- y, de esta manera, ir "comprando" a sus propios representantes a cambio de promociones, mejoras salariales, etc.
UGT no ha cesado de denunciar la complicidad de los sindicatos de empresa, Fasga y Fetico, con la patronal de grandes almacenes en la firma de un convenio que ha supuesto, en la práctica, la aplicación salvaje de las reformas laborales (horas extraordinarias encubiertas, disponibilidad absoluta de la plantilla a tiempo parcial y desigualdad total entre hombres y mujeres) y, en definitiva, un descuelgue generalizado de los derechos y condiciones que con mucho esfuerzo se habían conseguido para los trabajadores y trabajadoras de este sector.
La ventaja competitiva de las grandes superficies se está basando en el deterioro de las condiciones laborales de su personal, ya que empresas que finalizan su año contable con beneficios buscan un mayor margen de ganancias a costa de los trabajadores, y también de los consumidores. Ante lo cual, UGT insiste en que el camino no puede ser el profundo recorte de los derechos y salarios de los trabajadores de las grandes superficies.
Se abre el proceso de elecciones sindicales en muchas empresas: El Corte Inglés, Hipercor, Alcampo, Carrefour, Leroy Merlin, Makro, FNAC, Media Markt, IKEA, Cortefiel, Eroski, Toys'R'Us, etcétera, y son numerosos los trabajadores que quedan a disposición de las futuras negociaciones y acuerdos con las patronales.
Es el momento de legitimar a los que nos van a representar durante los próximos cuatro años y quizás sea ésta la mejor ocasión para reflexionar sobre qué queremos defender en nuestros de trabajo y cómo queremos que lo defiendan.
Este mes de agosto se han cumplido 126 años del nacimiento de la Unión General de Trabajadores, un 12 de agosto de 1888, fecha en la que decidieron unirse las sociedades obreras y de resistencia para mejorar las condiciones laborales y de vida de todos los trabajadores, regulando la jornada laboral, un salario mínimo o la igualdad salarial entre sexos. Su lucha consiguió la libertad sindical, el derecho de huelga, y un sistema de relaciones laborales basado en la negociación colectiva..., pero no sólo se lograron mejoras en las condiciones de trabajo, su lucha se dirigió también a lo que hoy consideramos los pilares básicos del Estado de Bienestar.
El acceso a la educación y a la salud para todas las personas fueron objetivos prioritarios en la construcción de una nueva sociedad de igualdad, y han marcado la historia de la UGT como sindicato de clase, donde la universalidad de esos objetivos son una cuestión de justicia social y un requisito imprescindible para el desarrollo económico y la cohesión social de una nación.
UGT apuesta por defender las condiciones laborales y los derechos de los trabajadores y trabajadoras, como lo lleva haciendo en los últimos 126 años, a la vez que intenta también transformar la sociedad para que pueda desarrollarse sobre unas bases de justicia social, igualdad y solidaridad. Valores y fines que nos diferencia enormemente de los sindicatos de empresa.