La Audiencia Nacional ha confirmado una sanción de 30.051 euros a
una empresa de seguridad, ubicada en Linares, por intrusismo. En
concreto, utilizó vigilantes que no contaban con la homologación
adecuada para custodiar recintos en los que se estaban realizando
peligrosos trabajos de demolición.
Los hechos se remontan al 2 de diciembre de 2010, cuando la Policía
hizo una “visita” a la obras, ubicadas en la Estación Linares-Baeza. Los
agentes accedieron de noche el lugar, compuesto por dos recintos
perfectamente vallados y delimitados. En el primero, se guardaban
materiales y máquinas de gran tonelaje. Los policías se toparon con un
vehículo junto a la verja y, pocos metros después, una caseta iluminada y
varios focos que alumbraban toda la zona. El vigilante estaba en el
interior.
En el segundo recinto, el “guarda” de seguridad estaba haciendo una ronda. Vestido con un chaleco reflectante, se limitaba a dar paseos. “No portaba herramienta alguna ni realizó otra actividad”, señala la sentencia. Tras un periodo de vigilancia, los policías se le acercaron y se identificaron. Le pidieron que les dejara entrar en la obra, a lo que el hombre se negó, alegando que sus superiores se lo tenían prohibido. Lo que sí hizo fue llamar al responsable de su empresa para informarle de que habían recibido la inspección de la Policía.
Poco después, los agentes se desplazaron al otro recinto. Para entonces, todas las luces habían sido ya apagadas. Pese a que hicieron todo tipo de señales acústicas y luminosas, nadie contestó. Diez días más tarde, llamaron a declarar a los dos trabajadores. El que no contestó dijo que no oyó los requerimientos que le hicieron porque estaba escuchando música con los cascos puestos mientras almacenaba chapas.
Para la Justicia está claro que ambos hombres estaban realizando labores de vigilancia privada sin estar habilitados para ello. Por esa razón, su empresa, con sede social en Linares, fue sancionada con 30.051 euros por una infracción considerada muy grave. A pesar de que se trata la cuantía mínima para este tipo de faltas, la firma la recurrió ante la Audiencia Nacional, que ahora acaba de confirmarla íntegramente.
El intrusismo es uno de los grandes problemas del sector de la seguridad privada. Para ser guardia es necesario superar una formación en un centro reglado. Y, después, hacer un examen que hace el Ministerio del Interior, que incluye conocimientos y pruebas físicas. Solo quien cumple estos requisitos puede llevar el uniforme, la porra y los grilletes y lucir la placa blanca con letras en rojo.
En el segundo recinto, el “guarda” de seguridad estaba haciendo una ronda. Vestido con un chaleco reflectante, se limitaba a dar paseos. “No portaba herramienta alguna ni realizó otra actividad”, señala la sentencia. Tras un periodo de vigilancia, los policías se le acercaron y se identificaron. Le pidieron que les dejara entrar en la obra, a lo que el hombre se negó, alegando que sus superiores se lo tenían prohibido. Lo que sí hizo fue llamar al responsable de su empresa para informarle de que habían recibido la inspección de la Policía.
Poco después, los agentes se desplazaron al otro recinto. Para entonces, todas las luces habían sido ya apagadas. Pese a que hicieron todo tipo de señales acústicas y luminosas, nadie contestó. Diez días más tarde, llamaron a declarar a los dos trabajadores. El que no contestó dijo que no oyó los requerimientos que le hicieron porque estaba escuchando música con los cascos puestos mientras almacenaba chapas.
Para la Justicia está claro que ambos hombres estaban realizando labores de vigilancia privada sin estar habilitados para ello. Por esa razón, su empresa, con sede social en Linares, fue sancionada con 30.051 euros por una infracción considerada muy grave. A pesar de que se trata la cuantía mínima para este tipo de faltas, la firma la recurrió ante la Audiencia Nacional, que ahora acaba de confirmarla íntegramente.
El intrusismo es uno de los grandes problemas del sector de la seguridad privada. Para ser guardia es necesario superar una formación en un centro reglado. Y, después, hacer un examen que hace el Ministerio del Interior, que incluye conocimientos y pruebas físicas. Solo quien cumple estos requisitos puede llevar el uniforme, la porra y los grilletes y lucir la placa blanca con letras en rojo.
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